La actual crisis energética, el envejecimiento del parque inmobiliario y las ayudas europeas a la rehabilitación de edificios están contribuyendo al auge de las reformas Passivhaus. Invertir en esta certificación es beneficioso a múltiples niveles: desde el ahorro económico y la ganancia de bienestar térmico, hasta la reducción de la huella de carbono o del ruido ambiente.
El término germano ‘passivhaus’ significa «casa pasiva» y se acuña por primera vez en el documento The Passive Solar Energy Book: A complete guide to passive solar home, greenhouse and building design de 1979. Posteriormente, el ingeniero sueco Bo Adamson define las viviendas tradicionales de China como «casas pasivas», en prueba de la creciente popularidad de un concepto que daría lugar a la Certificación Passivhaus, regulada hoy por el Passivhaus-Institut (PHI) de Darmstadt, en Alemania.
¿Qué es una construcción Passivhaus?
Las viviendas o edificios Passivhaus son aquellas que construyen con arreglo a una serie de estándares orientados a minimizar las necesidades energéticas en un 75%. Por tanto, son edificaciones cuyos elementos persiguen un objetivo central (reducir la demanda de calefacción y refrigeración), sin afectar a la calidad de vida ni comprometer el medio ambiente. De este modo, los hogares pasivos se alinean con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) marcados por la ONU, lo que explica el boom de reformas Passivhaus en Barcelona y otras ciudades comprometidas con el desafío climático.
Resuelta la cuestión de qué es Passivhaus, repasar sus características más notables es una forma de profundizar más en el concepto. Los planteamientos de una construcción pasiva se inician antes de colocar la piedra angular, con el estudio de la orientación de la vivienda para captar mejor el sol y maximizar la luz natural en el futuro inmueble.
La arquitectura bioclimática, para alcanzar sus metas, hace especial hincapié en la hermeticidad de la construcción, en relación con sus cimientos y cubiertas, en los que se emplean materiales aislantes para evitar los puentes térmicos y optimizar la envolvente del edificio. Como parte de su aislamiento térmico, las construcciones Passivhaus se sirven de puertas y ventanas con triple acristalamiento, marcos de baja transmitancia o burletes de polímeros aislantes.
Estas y otras medidas fueron incorporadas, de forma pionera hacia 1974, en la Philips Experimental House, reconocido como el primer edificio pasivo de la historia.
Principales razones para invertir en una reforma Passivhaus
Aumenta el bienestar térmico
Que una vivienda obtenga el certificado Passivhaus presenta beneficios directos, como el aumento del confort térmico. Esta sensación de bienestar y conformidad con la temperatura ambiente en un edificio repercute en la calidad de vida y habla favorablemente de las cualidades aislantes del inmueble (ausencia de filtraciones, de humedades, etcétera).
Además, certificar un inmueble con dicho estándar es ventajoso a la hora de contratar un seguro de hogar. A las compañías aseguradoras no se les escapa que una vivienda Passivhaus está modernizada y cuenta con prestaciones que superan al 90% del parque inmobiliario. Por otra parte, las entidades bancarias también valoran este tipo de construcciones, ofreciendo condiciones más atractivas en sus hipotecas inmobiliarias.
Supone un ahorro energético y económico
Dependiendo de la antigüedad y estado del inmueble, acometer la reforma de una casa con certificado Passivhaus puede acarrear un gasto significativo. Pero esta inversión da sus frutos a largo plazo, pues recompensa a los propietarios con un ahorro en la factura de la luz.
De media, una casa pasiva economiza entre un 70 y un 90% la demanda energética, de forma que, gracias al efecto compuesto, este ahorro suma y suma con el paso de los años, amortizando los gastos de la reforma del piso. En otras palabras, la inversión sale ‘gratis’ debido al ahorro consistente en la factura eléctrica.
Minimiza la huella carbono
Apostar la certificación Passivhaus en pisos y viviendas es una decisión positiva para el medioambiente. Se estima que el 40% de las emisiones de CO2 provienen del sector de la construcción, y más de la mitad de estas son atribuibles a la demanda energética de la vivienda en funcionamiento. Las medidas destinadas a hacer pasivo un hogar atajan, precisamente, el exceso de consumo eléctrico.
Disminuye los ruidos en el hogar
Otra razón de peso para convertir casa en Passivhaus es la ganancia de confort acústico. 1 de cada 4 personas reconoce que su vivienda no es silenciosa, de acuerdo con el estudio ‘Hogares con psicología’, elaborado por el Consejo General de la Psicología de España, en colaboración con Ikea.
Las reformas orientadas a mejorar el hermetismo y el aislamiento térmico proporcionan también una barrera de protección acústica frente al ruido del tráfico, la actividad comercial o los vecinos. De este modo, certificar una vivienda bajo el estándar Passivhaus beneficia a la productividad, pues la ausencia de ruido ambiente se relaciona con una mejor actividad mental, sin mencionar su efecto reductor del estrés.