El gotelé es una técnica de pintura en las paredes que implica esparcir pintura al temple, una variedad más espesa de lo habitual. Este espesor provoca la formación de gotas o grumos en la superficie aplicada, resultando en una textura grumosa que se utiliza para disimular imperfecciones en las paredes. Su aplicación se realiza con pistolas de presión o rodillos especiales.
En general, se emplea para cubrir imperfecciones en las paredes, siendo una opción frecuente en la construcción para ocultar defectos en las superficies. Su uso abarca desde la disimulación de simples fisuras hasta la corrección de desniveles en las paredes. La ventaja del gotelé radica en su economía.
La introducción de tabiquería en cartón o yeso ha llevado al desuso del gotelé, y muchos optan por eliminarlo. Para este propósito, existen productos como pastas específicas diseñadas para aplicar sobre la superficie grumosa sin necesidad de retirar físicamente el gotelé. Sin embargo, este proceso es más efectivo en gotelé de grano fino o medio y puede resultar lento. Una alternativa más rápida consiste en cubrir la pared con un producto del mercado que crea una masilla, extendiéndola con una espátula para suavizar los grumos y lograr una pared lisa.
Aunque el gotelé ha sido ampliamente utilizado para ocultar imperfecciones, su popularidad ha disminuido debido a varias razones. Las paredes lisas son preferidas por su facilidad para colocar objetos decorativos y porque no retienen polvo. Además, la textura del gotelé crea sombras, afectando la homogeneidad del color, lo que ha llevado a la preferencia por superficies más uniformes y lisas en la decoración actual
En resumen, la preferencia por paredes lisas se basa en su versatilidad para la decoración, la facilidad de mantenimiento y la capacidad de proporcionar un fondo más consistente que realza la estética general de un espacio.